martes, 25 de mayo de 2010

Algunos temas del grupo N° 1

• La literatura del siglo XVI en España

La poesía de inspiración renacentista. Se considera el Renacimiento como el movimiento artístico literario que maduró en los siglos XV y XVI. No es un volver a la vida del arte clásico, pues la cultura grecolatina nada más sirvió de guía e inspiración. El trasfondo del Renacimiento era una rebelión contra la severidad y dogmatismo de la Edad Media, tanto en su filosofía como en su arte.
Mucha literatura española es de inspiración renacentista. Fray Luis de León (1527-1591), poeta y místico español, es de notable importancia en la literatura española del renacimiento. De sus trabajos sólo se conservan 23 de sus poemas líricos, marcados todos ellos por su humanismo y su profundo conocimiento de los clásicos y la Biblia.
La poesía bucólica o pastoril pinta la vida y costumbres de pastores imaginarios, o en la que los personajes se hacen pasar por pastores. También este género (pastoril) floreció durante el Renacimiento de España. Los temas y ambientes de la poesía pastoril fueron utilizados por primera vez de manera habitual por Juan Boscán y Garcilaso de la Vega. Garcilaso no fue sólo un innovador en el uso de la métrica italiana y los temas bucólicos, sino también un excelente poeta capaz de transmitir sentimientos auténticos en versos de una serenidad clásica.

EN LA ASCENSION, poema de fray Luis de León.
¿Y dejas, Pastor santo,
tu grey en este valle hondo, escuro,
con soledad y llanto;
y tú, rompiendo el puro
aire, ¿te vas al inmortal seguro?
Los antes bienhadados,
y los agora tristes y afligidos,
a tus pechos criados,
de ti desposeídos,
¿a dó convertirán ya sus sentidos?
¿Qué mirarán los ojos
que vieron de tu rostro la hermosura,
que no les sea enojos?
Quien oyó tu dulzura,
¿qué no tendrá por sordo y desventura?
A aqueste mar turbado,
¿quién le pondrá ya freno? ¿Quién concierto
al viento fiero, airado?
Estando tú encubierto,
¿qué norte guiará la nave al puerto?
¡Ay!, nube, envidiosa
aun deste breve gozo, ¿qué te aquejas?
¿Dó vuelas presurosa?
¡Cuán rica tú te alejas!
¡Cuán pobres y cuán ciegos, ay, nos dejas


 Soneto de Garcilaso de la Vega.
¡Oh dulces prendas, por mí mal halladas,
dulces y alegres cuando Dios quería!
Juntas estáis en la memoria mía
y con ella en mi muerte conjuradas.

¿Quién me dijera, cuando en las pasadas
horas en tanto bien por vos me vía,
que me habíades de ser en algún día
con tan grave dolor representadas?

Pues en una hora junto me llevastes
todo el bien que por términos me distes,
llevadme junto al mal que me dejastes.

Si no, sospecharé que me pusistes
en tantos bienes porque deseastes
verme morir entre memorias tristes.


La poesía mística.
La literatura mística está vinculada con una práctica interior de lo religioso que supera y no puede explicarse sólo desde el punto de vista doctrinal o dogmático. La literatura mística española está representada sobre todo por san Juan de la Cruz (1542-1591) y santa Teresa de Jesús (1515-1582). Santa Teresa de Jesús alcanza en Las moradas una categoría mística superior a la del fray de León. Posteriormente San Juan de la Cruz proporciona el más alto grado de creación mística en el Cántico espiritual. San Juan de la Cruz es autor de poemas como el Cántico espiritual, recreación del Cantar de los cantares de Salomón, y Llama de amor viva. En este poeta se encuentran huellas de las interpretaciones bíblicas cristianas o judías.

 LLAMA DE AMOR VIVA, poema de San Juan de la Cruz.

¡Oh llama de amor viva
que tiernamente hieres
de mi alma en el más profundo centro!
Pues ya no eres esquiva,
acaba ya si quieres,
rompe la tela de este dulce encuentro.

¡Oh cauterio suave!
¡Oh regalada llaga!
¡Oh mano blanda! ¡Oh toque delicado,
que a vida eterna sabe,
y toda deuda paga!
Matando, muerte en vida la has trocado.

¡Oh lámpara de fuego,
en cuyos resplandores
las profundas cavernas del sentido,
que estaba oscuro y ciego,
con extraños primores
calor y luz dan junto a su querido!

¡Cuán manso y amoroso
recuerdas en mi seno,
donde secretamente sólo moras!
Y en tu aspirar sabroso,
de bien y gloria lleno,
¡cuán delicadamente me enamoras!

La picaresca.
La novela picaresca es original de España, y apareció a mediados del siglo XVI y floreció a comienzos del siglo XVII. Este género tuvo un gran éxito en España y en el extranjero, influyendo de manera determinante en la novela europea del siglo XVIII. La primera novela picaresca fue El lazarillo de Tormes (1554), de autor desconocido. Pero el Guzmán de Alfarache, de Mateo Alemán, y la Historia de la vida del Buscón, de Quevedo, son los ejemplos más sobresalientes de este género. En las novelas picarescas se presenta una visión pesimista a través de los ojos de un pícaro que sirve a dos amos.

En la picaresca se retrata la vida y costumbres de vagos, truhanes o bribones y pícaros. Es una vida vulgar, sin ambiciones heroicas ni aspiraciones para el porvenir; sus personajes buscan salir del paso y procurarse con buenas o malas artes un mísero sustento. El pícaro es cínico y estoico: es un sujeto que, dado el empobrecimiento de España, debe subsistir luchando contra la miseria. El pícaro resuelve siempre sus problemas con humorismo trágico. Las novelas picarescas aparecen en el renacimiento.

Guzmán de Alfarache. Guzmán de Alfarache es un aventurero desprovisto de preocupaciones morales. Representa, dentro de la novela picaresca, la forma idealista satírica. Al lado de cínicas aventuras del protagonista, y en fuerte contraste con su inmortalidad, coloca el autor una serie de bajezas morales, expuestas en un estilo claro y sencillo. Esta novela, la mejor del género picaresco, revela una amarga visión del mundo. El pícaro concibe la vida como una lucha. Su autor prometió una tercera parte, pero se lo impidió la muerte.

El Lazarillo de Tormes. En esta novela, narrada en primera persona, el protagonista nos cuenta su vida de aventuras y sufrimientos durante un determinado período de su existencia. La novela nos muestra la España decadente del siglo XVI, cuya sociedad adolece de una crisis de valores humanos. Geográficamente, los hechos ocurren en Tejares, Salamanca, Almorox, Escalona, Maqueda y Toledo. El personaje central de la novela es Lázaro, un niño siempre presa del hambre, que sirve a varios amos. Aprende a ser calculador, astuto, mentiroso; no sabe de juegos ni alegrías, y todas sus tretas terminan con duros castigos físicos. Pese a todo tiene esperanzas.


• El barroco español
Después del renacimiento sigue el barroco. Este período inicia a finales del siglo XVI y termina a finales del XVII. Invadió todas las manifestaciones culturales y artísticas europeas y se extendió también a los países hispanoamericanos. Se dice que el término barroco deriva del portugués barroco (en castellano barrueco), que significa perla irregular. Suele establecerse una distinción entre el barroco de los países protestantes y el de los países católicos (barroco de la contrarreforma). El barroco expresa la conciencia de una crisis, visible en los agudos contrastes sociales, el hambre, la guerra, la miseria. Desde el punto de vista estético, sobresalen la búsqueda de la novedad y de la sorpresa; el gusto por la dificultad, vinculada con la idea de que si nada es estable, todo debe ser descifrado; la tendencia al artificio y al ingenio; la noción de que en lo inacabado reside el supremo ideal de una obra artística.

Características del arte barroco.
Conforme con la Enciclopedia Hispánica, entre las características del barroco se tienen: la magnificencia de la amplitud de líneas y de la complejidad de formas, disolución de las formas lineales, preferencia por las “formas abiertas” y la profundidad espacial que caracteriza las obras arquitectónicas.
En la plástica encontramos también en el barroco repentinas diagonales, forzados efectos lumínicos y superposición de componentes cromáticos.
En lo que a literatura respecta encontramos las características siguientes:
1. Complicación de la forma por el uso de frases rebuscadas, juegos de palabras, el hipérbaton y el retruécano.
2. Significados oscuros y densos.
3. Interés por figuras brillantes, cultistas, complicadas.
4. Temas de entretenimiento conforme a los gustos cortesanos.
5. Función ideologizante a favor de la contrarreforma católica.
Un ejemplo de retruécano es el siguiente:
Hermoso es el río por sus aguas, pues por las aguas del río la vida crece y crece la vida porque el agua es vida.
En la expresión anterior se advierte cómo cambian de posición las palabras que se repiten: río, aguas; aguas, río; vida, crece; crece, vida.
El hipérbaton consiste en cambiar el orden lógico o gramatical de las palabras en la oración para que sobresalgan determinados elementos.
Hay hipérbaton a continuación: Divina me puedes llamar Providencia. También en la frase siguiente: Lento eres más que una tortuga. Aquí la palabra lento se ha colocado al principio para hacerla resaltar. La frase anterior equivale a Eres más lento que una tortuga. Sin embargo, escrita de esta manera, la palabra lento no resalta.
El juego de palabras ocurre cuando se utilizan palabras de igual escritura, pero de diferentes significados.
Encontramos juego de palabras en los casos siguientes:
1. Sal, es lo que quiero. Sal, sal cuanto antes.
2. Peca, peca, peca que al infierno te irás si de mi piel no te despegas peca.
3. Con este gato no cazaría ni un ratón muerto, dijo Pedro mientras intentaba sin éxito levantar su carro para cambiar la llanta pinchada.

Culteranismo y conceptismo.
La retórica barroca puede sintetizarse en la coexistencia de dos corrientes: el culteranismo y el conceptismo. Aunque generalmente suele afirmarse que se trata de dos estilos opuestos, lo cierto es que los dos buscan la complicación formal.
El culteranismo intensifica los elementos sensoriales preocupado por el preciosismo y la artificiosidad formal a través de la metáfora, la adjetivación, el hipérbaton forzado o los efectos rítmicos y musicales del lenguaje; a esta tendencia pertenecen Luis de Góngora y Pedro Soto de Rojas. La crítica señala como ejemplo más significativo del culteranismo la Fábula de Polífemo y Galatea, de Góngora, en cuya primera estrofa aparecen todos los procedimientos culteranos:
El conceptismo debe su nombre a los conceptos espirituales (1600-1612) de Alonso de Ledesma. Su juego formal se basa en la condensación expresiva, y para ello se sirve de la polisemia, las elipsis, las oposiciones de contrarios o antítesis, las paradojas, todo lo que exija una agudeza conceptual; y cuenta entre sus principales representantes a Francisco de Quevedo, Luis Vélez de Guevara y Diego de Saavedra Fajardo (1584-1648). En teatro, sobresale Pedro Calderón de la Barca, especialmente por La vida es sueño y El gran teatro del mundo.

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